María Magdalena es, según la versión oficial, el retrato más humano y real de una de las figuras espirituales más enigmáticas e incomprendidas de la historia y cuenta, desde un punto de vista biográfico, la historia de una joven mujer que busca dar un nuevo sentido a su vida. A pesar de las jerarquías y reglas impuestas por su época, María Magdalena se atreve a desafiar a su familia y unirse a un nuevo movimiento social liderado por Jesús de Nazaret, y no tarda en encontrar su sitio en este nuevo camino que les llevará hasta Jerusalén.

La cinta, que surge del descubrimiento de fragmentos de escritos en Egipto y Grecia que decían ser el Evangelio de María Magdalena, relata de una forma innovadora la historia de Jesús de Nazaret, desde una perspectiva diferente, la de una mujer que le acompañó y vivió su Fe, hasta el punto de ser reconocida como “apóstola de los apóstoles” por la Santa Sede en el 2016. Todo esto dicho de manera bonita, por más que la sensación que queda al final se asemeja mucho más a una mera excusa para volver a ver a Rooney Mara junto a Joaquin Phoenix.

No hay duda que Garth Davis sabe filmar, en ocasiones hasta muy bien y que también está fuera de toda duda que puede ser un realizador muy útil a la causa. Máxime ahora que tras ‘Lion’ se ha liberado “de la carga” de los Weinstein, antes de caer en desgracia grandes especialistas en convertir artesanos en estrellas (para su desgracia) fugaces. Eso parece ser Davis, un artesano que como no sé, Francis Lawrence, sabe dotar de una inmaculada categoría, de un aura divina a una película cualquiera a la que sin embargo es incapaz de llevar un paso más allá de lo que está escrito.

Eso es ‘María Magdalena’, una película tan bellamente correcta como bellamente superficial a la hora de retratar una historia de sobra conocida, por más que ahora la veamos a través de los ojos de una mujer. Esta película bíblica que no necesariamente religiosa, cuidado, ni en un sentido ni en el otro, no relata nada en particular que no sea de dominio público, que no tengamos la sensación que nos han contado un millón de veces cuando éramos críos, o que veamos todas y cada una de las Semanas Santas en la televisión mientras reposamos las torrijas.

‘María Magdalena’ no sorprende en ningún momento, de la misma manera que no hay prácticamente ningún momento que pueda ser susceptible de ser un spoiler. Una losa muy pesada para lo que en esencia es una versión más, como otra cualquiera, de una historia a la que incluso se le da un tratamiento tan neutral que siquiera sirve de base a un mínimo debate. Una versión muy bonita, inmaculada, sin tacha y con dos actores en habitual estado de gracia tan válida y competente como a la vez, pesada en su corrección artística, política, moral y espiritual.

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