Los primeros tres minutos de Bumblebee ya son mejores que todas las películas de Transformers dirigidas por Michael Bay. Empieza con una gran batalla en el planeta Cybertron con la Resistencia Autobot defendiéndose de los Decepticons, quienes superan en número y fuerza. Optimus Prime, líder de los autobots, encabeza la contienda con determinación y, después de asestar unos cuantos golpes mortales, exclama por B127, que es la denominación original del personaje titular. El mismo llega para acompañar en la lucha, aunque la superioridad del enemigo obliga a Optimus a poner en marcha el plan de emergencia, designando a su leal compañero a viajar al Planeta Tierra a establecer una base y prepararse para la llegada del resto del equipo. Toda la secuencia es una clase de cómo encuadrar la acción cuando se tienen personajes no humanos con diseños tan particulares y que fácilmente se pueden confundir con el entorno. El diseño de sonido es sobrio y la fotografía permite disfrutar de la acción y al mismo tiempo apreciar el escenario de fondo. Resulta muy difícil decir lo mismo de alguna secuencia de cualquiera de las películas anteriores de Transformers.

La diferencia la hace Travis Knight en su segundo trabajo como director. Su primer proyecto en la silla principal fue la maravillosa Kubo and the Two Strings, pero su background en la animación stop-motion se extiende a ParaNorman, The Boxtrolls, y Coraline, y no se puede negar lo mucho que influyó en su visión venir de ese campo. El spin-off de Bumblebee tiene mucho más que eso, pero vale empezar por ese aspecto porque, al fin y al cabo, creo que uno llega a una película de esta clase por los robots que pelean y se transforman en vehículos. Aparte de eso tiene un desarrollo de personajes competente, una trama derivada pero sólida, y una banda sonora bien seleccionada que no se siente como gancho nostálgico gratuito, sino acorde a la historia, que sigue a una adolescente llamada Charlie (Hailee Steinfeld), quien continúa sin poder lidiar con la muerte de su padre y el hecho de que su madre haya seguido adelante con una nueva pareja tan rápidamente.

Charlie escucha bandas como The Smith y heredó de su padre su pasión por los autos, lo que la conecta fácilmente con el Beetle que descubre en el día de su cumpleaños, y que resulta ser Bumblebee, que perdió la memoria después de una intensa pelea al llegar al planeta y ser perseguido por un Decepticon. Desde el principio, su relación se da en modo E.T., siguiendo casi los mismos puntos que la relación entre el pequeño extraterrestre y Elliot, hasta la simpática secuencia donde el solitario autobot investiga la casa en ausencia de su dueña/amiga. Gracias a un diseño que se asemeja más a los clásicos dibujos animados de Transformers y el estupendo trabajo de efectos especiales, el personaje titular tiene más peso y presencia que en todas sus apariciones previas. Sumándole la interpretación consistente de Steinfeld, se da un vínculo verosímil que solidifica la trama y la sostiene a pesar de la familiaridad. El otro nexo de Charlie se da con su vecino Memo (Jorge Lendeborg Jr.), el típico nerd que no sabe exactamente como socializar, a pesar de que tiene un enamoramiento por la chica de al lado.

Al otro extremo del elenco está John Cena, que sigue escalando en sus trabajos actorales demostrando que sabe elegir sus papeles. Interpreta al Agente Burns, que accede a trabajar en alianza con dos decepticons, Shatter y Dropkick, quienes engañan a los militares apuntando a Bumblebee como un fugitivo que debe ser atrapado para evitar una guerra en el planeta. Así es como las dos tramas van uniéndose y para cuando eso sucede, Charlie y Bumblebee ya habrán formado una conexión especial que resulta catártica para la joven porque es lo más cercano que estuvo con otro ser desde la muerte de su padre. Al tomarse el tiempo en darle forma al mundo, se siente luego más interesante cuando llegan las obligadas secuencias de pelea donde el pequeño Autobot debe enfrentar su destino. Allí es donde se evidencia el ojo de Knight, que arma las peleas con suficientes planos generales para que se entiendan y les da a los enfrentamientos un desarrollo coherente, con estilos de artes marciales reconocibles y variados, lo que hace que sean más llamativos que simplemente molerse a golpes metálicos indistinguibles.

Aun si no se la compara con las de Michael Bay (donde es inmensamente superior), la película es sumamente entretenida y tierna. Se pasea por la fórmula de la amistad improbable que desafía barreras pero lo hace con la frente en alto, sin mayores pretensiones, sabiendo que tiene las de ganar gracias a un elenco convincente, el inevitable toque de humor que no cae ni en lo vulgar ni lo mundano, sino que es congruente con los personajes, y secuencias de acción casi austeras, lo que de por sí ya es extraño en esta era de excesos visuales. Pero si la comparamos, el triunfo es todavía mayor, ya que todas las películas anteriores son el ejemplo exacto de exceso cinematográfico, lo que hace que el logro de finalmente tener una película de Transformers funcional sea todavía más sorprendente.

FUENTE DE NOTICIA: CINEFILOZ

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